El hombre que amé, amo y amaré.
¡Futuros cadáveres!
¿Qué tan vivos amanecieron hoy?
“Es tiempo de dejarlo ir” dijo, intentando en vano suavizar sus palabras. Como si fuera tan fácil, pensé; pero decidí solo guardar silencio, como lo hago normalmente cuando eres tú el tema central de las conversaciones.
Jamás podré comprender la hipocresía de algunas personas que me decían tan amenamente que me tomara todo el tiempo del mundo en intentar superar el hecho irremediable que decidiste marcharte, para luego, solo unos meses más tarde; con gran afán apresurarme a aceptar tu ausencia. ¿Cuál es la prisa?
Me aleje lentamente de la multitud, ya estaba exhausta de oír sus “consejos sabios” sobre como debería de enfrentar ésta vida nueva, o como se suponía que tendría que sortear estos obstáculos, y estaba especialmente cansada, de sus lecciones sobre como confrontar valientemente los porvenires de ésta ida y vuelta llamada vida.
Todos ellos llenos de boca para fuera, lo hacían ver tan sencillo y simple... o quizás sí lo era, tal vez sí era sencillo y solo yo, como una total incompetente en la vida no podía superar esa barrera de mi pasado, rellenar ese bache en mi corazón, controlar esos pensamientos persistentes de ti y de mí... quizás solo yo no podía vivir de recuerdos sin querer volver al pasado. Tal vez todos ellos tienen la razón, y soy yo la del problema.
Observe los árboles meciéndose desde la ventana, ¿amar a alguien es un problema? continúe debatiendo conmigo misma. ¿Acaso ellos no han amado tanto a alguien que no lo consiguen olvidar? O si de verdad creen que amaron, ¿pueden dejar de lado a esa persona especial solo porque ya no está? Sigo absorta pensando, al par que sorbo un trago más del café humeante que me serví casualmente en tu taza favorita; aquella sin diseño, que no es profunda y te hacia gracia por su singular forma a cono de helado. Sonreí, y no pude evitar entristecer un poco al mismo tiempo.
Suspiré y evite seguir recordando, recordándote... Y fue en ese instante que me percate de que me sigues doliendo en el mismo lugar y con la misma intensidad de hace cinco años atrás. ¿Será que puedes sentirme dondequiera que te encuentres?
No hay lógica en pensar en esto de vuelta, aunque debo decirte que sigo teniendo curiosidad; ¿no te arrepientes de haberte marchado esa noche? Quisiera tener la oportunidad de que me concedieras una amena plática y que respondieras todas mis preguntas y disiparas todas las dudas que me carcomen noche tras noche.
Las personas dicen que ante una decisión que podría cambiar sus vidas y las de sus seres queridos, los buenos recuerdos que han acumulado a lo largo de sus vidas desfilan ante sus ojos; de tal modo que pueden asumir con responsabilidad la resolución que optaron seguir... supongo que nuestros recuerdos no fueron lo suficientemente buenos para ti. Sequé las lágrimas que brotaron de mis ojos con prisa, para que nadie alrededor se diera cuenta de ellas.
“Habrán cosas mejores en el futuro” me dijeron muy a menudo. “¿Cosas mejores?”, nada me enfadaba más que siguieran tratándote como un objeto. Ninguna cosa podría jamás reemplazarte, ni por muy exótica o exquisita que fuera... nunca. No eras algo, eres alguien... ¿Nadie alcanza comprender éste hecho tan simple? Mis mejillas ardían, quizás como consecuencia del café caliente haciendo efecto en mi cuerpo; o tal vez, porque me encontraba irritada recordando esos comentarios. Todo sería más sencillo para mí, si reconocieran el infalible suceso de que no voy a poder sustituirte por otro hombre. Que eres único, y que serás siempre el primer hombre que amé y que me amó hasta el final... O pensando eso es que quiero vivir.
Mamá dice que si te pienso todo el tiempo, tú no podrías descansar en paz, en mis adentros, y debo admitir que; con una pizca de malicia y algo del egoísmo que me caracteriza, espero que sea real lo que ella cree... Me avergüenza aceptar, pero a veces deseo que tú tampoco puedas dormir placidamente, tal cual yo en esas largas noches de mayo que parecen no acabar. ¿Es lo justo, no?
Fui hasta mi habitación sin llamar la atención de las demás personas, tomé un lapicero dentro de la gaveta sucia y desordenada, escribir siempre me ayudaba a dispersar mis pensamientos melancólicos, aunque fuera solo a ratos... para mi sorpresa el anotador se había quedado sin hojas limpias, y por mucho que busqué con la vista, no alcancé visualizar ninguna hoja decente en la que escribir mis emociones.
Estire medio cuerpo, y alcancé una de las servilletas de papel que debió haber permanecido sobre la mesita de luz desde la mañana; y proseguí a anotar las primeras frases que fluían por si solas.
...
Carraspeé, y con fuerza contuve las lagrimas para comenzar a leer las líneas que había escrito en mi habitación antes: “El único sentimiento que me mantiene en pie, es ese sentimiento que no puedo deshacer y que me impide recordarte sin llorar a mares... es amor... Y el dolor que me produce el que ya no estés aquí conmigo es paralizante.” Lentamente, gotas gruesas cayeron con ímpetu desde mis ojos hasta alcanzar el cajón sellado donde habíamos puesto tu cuerpo descansar.
“No te odio, odio la nefasta idea de que te hayas marchado. Me cuesta aceptar que ya no te veré más pero no me canso de intentarlo. Te extraño todo el tiempo. Sos, y siempre serás el hombre que amé sin medida” y hasta ahí alcanzó la servilleta. Me recosté sobre su ataúd sin poder contenerme y continué diciendo con voz quebrada lo que no pude escribir por falta de espacio: Resumiéndolo todo... te amé, te amo y siempre te amaré, te extraño, no te odio... y nunca te olvidaré... papá.
*
Lamentablemente, algo tan difícil de hallar en este mundo; tan o más difícil que una aguja en un pajar, es un hombre que cumpla con su rol de padre diligentemente. Orgullosamente puedo decir que tuve ese privilegio...
Este relato fue escrito en memoria del gordo.
Gracias por todo, perdón por tan poco. LGLR♥
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